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miércoles, 26 de septiembre de 2018

El acordeón que tocó el alma del rey vallenato Julián Rojas

Aunque no ha perdido la manera agradable de su trato, la tristeza se le nota y una que otra lágrima se pasea constantemente por su rostro. Él, quiere que vuelva la normalidad a su vida después de ocultarse en la penumbra de lo prohibido donde ha caído en varias ocasiones. En esa encrucijada, desea de corazón que no se vuelva a repetir la triste historia. La nueva casa del rey vallenato Julián Rojas Teherán es la sede de la Fundación Hombres de Bien, ubicada en las afueras de Valledupar, donde llegó para darse una nueva oportunidad y lo han acogido con el mayor cariño, sabiendo que todo está en las manos de Dios y de su propia voluntad. Después de presentar a su nueva familia, se sentó a hablar de lo suyo de manera clara, precisa, concisa, y con el corazón en la mano. “En estos momentos, me siento tranquilo porque nadie me obligó. Vine por mi propia iniciativa, porque la vida es bella y hay que valorarla. Dios me está dando la fuerza suficiente para alejarme de unos caminos que no me llevaban a nada. No vine aquí para aparentar, ni mucho menos”. Julián hace una parada en el diálogo. Mira para todos lados, como buscando las palabras claves, y continúa. “Llegué derrotado en todo el sentido de la palabra, y humildemente vengo al rescate de lo mío. Estoy aprovechando al máximo mi nuevo proyecto de vida, terapias y demás herramientas que me están ayudando a que esta sea la última, y la vencida”. Levanta su cabeza y mira al cielo. Se nota lleno de esperanzas teniendo al frente las puertas de la recuperación. “Me siento muy motivado, recibiendo cosas productivas y muy lindas. Es la mejor manera de volver a retomar la senda de lo bueno”. Cuando la nave de su pensamiento estaba volando alto, regresó a tierra firme y volvió a recalcar. “El primer paso es reconocer la derrota, porque cuando uno reconoce la derrota ya tiene un gran porcentaje de ganancia. Uno tiene que darse cuenta que el ochenta por ciento de este proceso depende de la buena voluntad, más no la fuerza de voluntad, porque nada se hace a la fuerza. Y el otro veinte por ciento pertenece a los psicólogos, terapeutas, líderes que ayudan con amor, constancia y paciencia”. Un consejo Observó a sus compañeros, la mayoría jóvenes, quienes estuvieron metidos en ese mundo de ilusiones vanas, de proyectos ficticios y que hoy buscan como Julián escaparse de una vez por todas.

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